En la actualidad, debido sin duda a la notabilidad de algunos temas relacionados con las mujeres, se han instalado en el lenguaje cotidiano conceptos propios del feminismo académico, como el género, o de la política feminista, como la paridad. Sin embargo, el primer término no siempre es bien utilizado, de forma que con reiteración conduce a confusión más que a la clarificación de situaciones. 1
Aceptando que se trata de un tema polémico y que, ciertamente, hablar de mujeres en lugar de género clarifica y simplifica los discursos, el propósito de esta reflexión es hacer algunas consideraciones respecto a dicho concepto y sus implicaciones.
El proceso social en el surgimiento del enfoque de género está vinculado con las luchas feministas que comenzaron desde el siglo XlX y tuvieron un auge notable en la década de los años 60 del siglo pasado cuyo propósito fundamental ha sido alcanzar mejores niveles de vida para la mujer e igualdad entre los dos sexos. El feminismo académico se consolida a partir de la década del año 70 del siglo XX como una corriente del pensamiento que trata de explicar los factores que conducen a la opresión sobre la mujer. Han existido enfoques diferentes como el feminismo liberal que argumenta que las causas de opresión de la mujer están en la injusta discriminación legal; el feminismo radical encuentra la explicación en la división sexual del trabajo y el patriarcado, como forma de poder del hombre condicionado por la naturaleza biológica masculina, el feminismo marxista o socialista atribuye a la propiedad privada, los orígenes de la subordinación femenina. 1 2 3 4
Una primera confusión es la que se produce entre género y sexo. El sexo viene determinado por la naturaleza, una persona nace con sexo masculino o femenino. En cambio, el género, varón o mujer, se aprende, puede ser educado, cambiado y manipulado. Se entiende por género la construcción social y cultural que define las diferentes características emocionales, afectivas, intelectuales, así como los comportamientos que cada sociedad asigna como propios y naturales de hombres o de mujeres. 5
Ejemplos de esta confusión en la sociedad cubana es pensar que las mujeres son habladoras, cariñosas y organizadas y los hombres son activos, fuertes y emprendedores. Puede decirse además, que el género es la construcción psicosocial del sexo. Una primera función implícita en el género es la de hacer patente que hombres y mujeres son más diferentes que similares, y éste es el motivo de que la sociedad humana haya establecido la existencia de estos dos géneros, fenómeno que tiene una dimensión universal. 4
La división que configura el género no es neutra. No hay más que mirar alrededor para ver cientos de ejemplos: el vestidito rosado o el trajecito azul para el bebé que acaba de nacer según sea niña o niño; juguetes de construcción, deportes o coches para niños y tonos pastel, muñecas-bebé a las que cuidar y mimar, juguetes representando electrodomésticos para las niñas. Si alguien cree que esto pertenece al pasado no tiene más que visitar las tiendas. Si una niña llora, todos la consuelan; si es un niño, se le secan las lágrimas y se le pide que se comporte como un “hombrecito”. Estos comportamientos educativos hoy persisten todavía.
Otra de las situaciones que dan lugar a confusiones es que, muy a menudo, se identifica género con mujer y no con relaciones sociales de género, como sería más adecuado teniendo en cuenta el origen del concepto. Por eso no debería olvidarse que cuando se habla de género las mujeres feministas se refirieren a las relaciones entre mujeres y hombres y a las construcciones sociales que se hacen de la feminidad y de la masculinidad. Éste es el motivo de que género sea tanto una categoría relacional como una categoría política ya que las atribuciones de género son opresivas y rígidas tanto para los hombres como para las mujeres, aunque tradicionalmente las mujeres hayan salido perdiendo en este reparto. 6
Resulta en cualquier caso altamente estimulante y sano para la sociedad cubana comprobar cómo estos conceptos tienen un espacio en los medios de comunicación.
1 Giddens A. Género y sexualidad: Sociología, cultura, individuo e interacción social. Madrid: Alianza; 1997.
2 Beauviour S. El segundo sexo. México, D.F.: Editorial Patria; 1990.
3 Vasallo Barrueta N. Un análisis de la naturalización de las desigualdades [CD-ROM]. La Habana: Centro de Estudios de Salud y Bienestar Humanos de la Universidad de La Habana; 2004.
4 Toledo C. Mujeres, el género que nos une, las clases nos divide. Marxismo Vivo [serie en Internet]. [Citado 24 Sep 2007]. Disponible en: http://www. mrxismaline.org/toledo2esp.html.
5 Gómez Gómez E. Equity, gender, and health: challenges for action. Rev Panam Salud Pública. 2002 [serie en Internet]. [Citado 8 Noviembre de 2009]; 11(5): 454-461. Disponible en: http://www.scielosp.org/scielo.php.
6 Castañeda Abascal IE. Reflexiones teóricas sobre las diferencias en salud atribuibles al género. Rev Cubana Salud Pública. 2007; 33(2):23-7. Disponible en: http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864-34662007000200011&lng=es. [Consultado 08 de Febrero 2010].